Un conservadurismo sin matrimonio y familia no es conservadurismo.

"El amor y el matrimonio, el amor y el matrimonio", cantó Frank Sinatra, "van juntos como un caballo y un carruaje". Hoy, sin embargo, una mayoría cada vez mayor de estadounidenses parece pensar que el matrimonio es una institución social tan obsoleta como el caballo y el carruaje como tecnología de transporte. Y esto incluye a aquellos que históricamente han defendido el matrimonio como algo esencial para una sociedad sana y floreciente.

En general, la creencia en la importancia del matrimonio está en su punto más bajo. Según la encuesta anual de Gallup sobre Valores y Creencias, sólo el 29% de los estadounidenses dice que es "muy importante" que una pareja que tenga hijos en común esté legalmente casada. Esta cifra es inferior al de 2006 de un 46%.

Dado que, durante esos dieciséis años, el matrimonio ha sido redefinido legalmente y atacado constantemente por los defensores de los llamados modelos de familia "alternativos", estas cifras no son tan sorprendentes. Tampoco es sorprendente que una gran mayoría de los encuestados crea ahora que las relaciones sexuales fuera del matrimonio y tener un bebé fuera del matrimonio es moralmente aceptable.

Lo que resulta sorprendente es el drástico cambio en las creencias sobre el matrimonio entre los grupos que históricamente han defendido y abanderado la institución. Sólo el 36% de los republicanos que se identifican como tales dicen ahora que el matrimonio es "muy importante" para las parejas que tienen hijos en común, en comparación con el 62% en 2006. Y, por increíble que parezca, sólo el 41% de los que se identifican como "conservadores" están ahora de acuerdo con esa afirmación, lo que supone un descenso de 21 puntos desde 2006.

¿Cómo ha cambiado la demografía de los partidos de forma tan drástica en los últimos dieciséis años? ¿Contribuyó el "giro populista" del partido a estas cifras tan desalentadoras? ¿Es este cambio la causa o el efecto de otros cambios políticos?

Investigaciones relacionadas sugieren que Estados Unidos tiene una creciente "brecha matrimonial". En otras palabras, cada vez más parejas de clase trabajadora eligen la cohabitación en lugar del matrimonio, y ven el matrimonio cada vez más como una especie de símbolo de estatus de la élite. Y también hay otra división, la que existe entre los conservadores fiscales y sociales. Ésta ha ido creciendo desde hace algún tiempo.

Por un lado, están los que simplemente quieren un gobierno más pequeño, menos intrusivo y más eficiente. En el otro, los que defienden los ideales de la vida, el matrimonio y la libertad religiosa. La etiqueta "conservador" se utiliza para referirse a los que mantienen una, otra o ambas posiciones. Lo que estas cifras de Gallup indican ahora es que quienes mantienen posiciones socialmente conservadoras, y mucho menos las priorizan, son cada vez más raros, especialmente entre los jóvenes.

Esto no sólo es una pérdida para quienes se preocupan profundamente por estos valores sociales, sino que también es inútil para quienes piensan que un gobierno más pequeño es posible sin instituciones sociales fuertes, especialmente el matrimonio. Décadas de investigación demuestran que los niños criados por padres casados no sólo disfrutan de mejores resultados en casi todos los ámbitos de la vida, sino que tienden a ser más productivos y capaces de autogobernarse. Según el Instituto Brookings, los hijos de padres casados "obtienen mejores resultados en la escuela, desarrollan más habilidades cognitivas y no cognitivas, tienen más probabilidades de ir a la universidad, ganan más y tienen más probabilidades de formar ellos mismos matrimonios estables".

Esto no quiere decir, por supuesto, que todos los niños de un hogar casado tengan éxito. No es así. Y hay, por supuesto, muchos padres solteros heroicos que crían con éxito a sus hijos en situaciones poco ideales y muchos niños heroicos que superan increíbles dificultades al llegar a la edad adulta. Las estadísticas no son el destino de los individuos, pero sí de las sociedades.

El matrimonio es, sencillamente, el mejor medio de mantener a ambos progenitores -especialmente al padre- implicados en la vida de un niño. Y, la ciencia está establecida: las mamás y los papás son insustituibles, de diferentes maneras y por diferentes razones.

En otras palabras, el matrimonio y la familia ayudan a producir el tipo de ciudadanos que hacen posible un gobierno pequeño. Cuando los matrimonios y las familias fracasan o disminuyen, los gobiernos deben proporcionar todo tipo de aspectos adicionales (y costosos) a sus redes de seguridad social para compensar la terrible pérdida de esta institución tan básica. Para que una sociedad florezca, simplemente no hay sustituto para la familia.

Por eso es una paradoja pretender ser conservador y restar importancia al matrimonio y a la familia. La razón es sencilla: el matrimonio es una parte no negociable de la realidad. No es algo arbitrario o construido socialmente, como un límite de velocidad, que puede cambiarse o ampliarse sin apenas consecuencias. Es real, como la gravedad, incorporada al mundo, lo reconozcamos o no. Ignorarla es peligroso y, en última instancia, inútil.

Cualquier visión política que trate el matrimonio y la familia como algo opcional o fungible, aunque lleve la etiqueta de "conservador", está destinada al fracaso. No se trata de actualizar nuestras definiciones. Si perdemos nuestra creencia en el matrimonio y la familia como fundamento de una sociedad sana y floreciente, pronto quedará muy poco que los "conservadores" puedan conservar.

¿Y tú como lector estás de acuerdo?

No Comments


Recent

Archive

Categories

no categories

Tags

no tags